Al contrario que otros salones de manga que se celebran en nuestro país, el Salón del Manga de Moguer no se inunda de gente. Tampoco está lleno de tiendas y tiendas, que nublan nuestra mente y nos hacen comportarnos como posesos por conseguir esa preciada figura que tanto buscábamos. No, no es un Salón de Barcelona ni un Expocómic de Madrid.
Por otra parte, lo que sí tiene el Salón de Moguer es un espíritu de amistad, de convivencia entre otakus, y de esfuerzo por hacer que todos los asistentes disfruten lo máximo posible su paso por él. No sé si en él encontrarás aquel manga que estabas buscando, o aquella figura de Naruto que tanto deseabas, pero seguro que conocerás gente, y harás amistades.
Yo, por ejemplo, asistí a él en su primera edición junto con dos amigos, también aficionados del mundillo. Ya el primer día conocimos a mucha gente. Hablamos de nuestros gustos en manga y anime, por supuesto, pero también de otra muchas cosas no relacionadas con los cómics.
El segundo (y último) día conocimos a varios organizadores, entre ellos Mari Carmen e Inma, de la asociación juvenil Universo Otaku, de la que rápidamente nos hicimos socios.
Ya este año, perteneciendo a dicha asociación pasamos al grado de organizadores, y conocimos al doble de gente que el año anterior.
A ello contribuyó el que nos quedáramos a dormir (casi) todos los organizadores de la diferentes asociaciones (Otaku no Yume, Universo Otaku, Fortaleza del Otaku y NG) en la misma casa, y en la misma habitación. Conocimos a Curro (que se dejó notar en el salón, ya que estuvo todo el día con el micro en la mano), a Yissu, a Rocío, a Sergio, a Mercedes,... Y a casi todos los componentes de las diferentes asociaciones.
Vale, no se puede negar que quizás no sea el mejor salón de España. Quizá ni siquiera lo sea de Andalucía. A lo mejor en él no puedes hacerte con todo el material manga que querías, pero seguro que, cuando haya acabado el segundo día, en el momento en el que estés saliendo por la puerta del pabellón en el que se celebra, empezarás a contar los días que faltan para la siguiente edición, ya que tienes una razón para volver: el reencuentro con tus amigos.
Y esto es lo que verdaderamente hace grande a un salón, que te dé un motivo para volver a ver como crece un poco más cada año, y darte cuenta que perteneces a él, y que no podrás abandonarlo.
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