Para los que no lo sepan, y aunque no sea tema de interes para mis lectores debido a la temática general de este (abandonado) blog, servidor es árbitro de fútbol. De categoría Provincial, pero árbitro al fin y al cabo. Y, además, un árbitro que ha sido agredido en un terreno de juego, por un jugador de fútbol que podría fácilmente ser su padre, teniendo en cuenta la edad, y a la espera de juicio.
Por eso, me revienta que sigan apareciendo noticias como la de este domingo, cuando otro árbitro fue agredido.
Atentos a los datos, y es que es de vergüenza: partido de juveniles (no más de 18 años), agresión brutal por parte de tres de los jugadores del equipo visitante, que no vacilaron ni un segundo en propinar todo tipo de golpes al árbitro al expulsar a uno de ellos.
Da pena, que el deporte estrella del país esté tan ligado a conductas de este tipo tan a menudo (se dan tantos casos de agresiones que no trascienden al nivel de éste...). Y es un verdadero problema que la gente siga yendo cada domingo a un campo de fútbol a desahogarse de manera violenta contra el contrario, el árbitro, y quien se le ponga por delante. Da mucha pena, que conductas como éste se les enseñe a los chavales desde pequeños. Y da mucha, MUCHA vergüenza, que cosas como ésta, e incluso peores, se vean en partidos de categoría incluso inferiores a ésta, como alevines, benjamines y prebenjamines (renacuajos que ni saben atarse los cordones), gracias casi siempre a unos padres demasiado quemados por el trabajo durante el resto de la semana, que durante los fines de ésta enseñan a sus hijos que lo importante no es participar; ni siquiera lo es ya el ganar: lo importante ahora es dar una lección al contrario, para que se lo piense dos veces antes de enfrentarse en el juego contra ti.
Es una pena, que el fútbol sea tantas veces más que fútbol, y éste tan ligado a la política, al racismo, a las drogas y a la violencia. Y es una pena que ésto lo veamos incluso en primera división, porque es el espejo donde muchos chavales se miran, y está verdaderamente empañado.
Por eso, me revienta que sigan apareciendo noticias como la de este domingo, cuando otro árbitro fue agredido.
Atentos a los datos, y es que es de vergüenza: partido de juveniles (no más de 18 años), agresión brutal por parte de tres de los jugadores del equipo visitante, que no vacilaron ni un segundo en propinar todo tipo de golpes al árbitro al expulsar a uno de ellos.
No el expulsado. No uno sólo. TRES JUGADORES. En el minuto 50, y con un resultado en contra de tan sólo 1 a 0. Dos de ellos que ni siquiera tienen nada que ver ni con el árbitro ni con la jugada de la expulsión, pero no dudan en ayudar a su compañero a machacarle a palos (un puñetazo le abrió la ceja, patadas en el pecho, golpes cuando se encontraba en el suelo tendido...).
Da pena, que el deporte estrella del país esté tan ligado a conductas de este tipo tan a menudo (se dan tantos casos de agresiones que no trascienden al nivel de éste...). Y es un verdadero problema que la gente siga yendo cada domingo a un campo de fútbol a desahogarse de manera violenta contra el contrario, el árbitro, y quien se le ponga por delante. Da mucha pena, que conductas como éste se les enseñe a los chavales desde pequeños. Y da mucha, MUCHA vergüenza, que cosas como ésta, e incluso peores, se vean en partidos de categoría incluso inferiores a ésta, como alevines, benjamines y prebenjamines (renacuajos que ni saben atarse los cordones), gracias casi siempre a unos padres demasiado quemados por el trabajo durante el resto de la semana, que durante los fines de ésta enseñan a sus hijos que lo importante no es participar; ni siquiera lo es ya el ganar: lo importante ahora es dar una lección al contrario, para que se lo piense dos veces antes de enfrentarse en el juego contra ti.
Es una pena, que el fútbol sea tantas veces más que fútbol, y éste tan ligado a la política, al racismo, a las drogas y a la violencia. Y es una pena que ésto lo veamos incluso en primera división, porque es el espejo donde muchos chavales se miran, y está verdaderamente empañado.
2 comentarios:
El fútbol no es eso, y esa gente debería perder su derecho a volver a tocar una pelota en su vida. Que se echen un Pro y luego un Tekken si resulta que son los únicos que no saben hacer la chilena.
Una pena.
Pues sí... Pero te pongo ejemplos: mi caso, que fueron amenazas, tras lo que me escupió y corrió detrás mía hasta conseguir agredirme, la sanción es de 12 partidos. El caso más grave aquí, que fue una paliza monumental, se saldó con 20-30 partidos, y tras eso, a seguir haciendo el criminal en cualquier campo.
Una pena, sí, porque cada vez hay menos árbitros... Y los que se apuntan nuevos huyen espantados cuando ven a lo que se enfrentan cada fin de semana por cuatro perras.
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