1602 #2: Donde se planea una traición
(1602 1-8 USA)
Guión: Neil Gaiman
Dibujo: Andy Kubert
Panini; 114 páginas, 10'5€ c/u
Guión: Neil Gaiman
Dibujo: Andy Kubert
Panini; 114 páginas, 10'5€ c/u
Los What if? de Marvel parecen haberse convertido en los últimos años en una de las apuestas comerciales más ambiciosas de la editorial, y a pesar de que las críticas disten mucho de verse unificadas, cuentan con el masivo apoyo del fandom. Buena muestra de ello son tanto la recién terminada en nuestro país Dinastía de M como este "crossover" que nos ocupa: 1602, de Neil Gaiman.
El argumento nos sitúa 400 años atrás, en pleno siglo XVII, en el que parecen existir ya unas versiones medievales de los heroicos personajes que en la actualidad han cambiado todo el planeta. En este hecho encontramos el que (para mí) es el primer fallo de la obra, y que ya comentaré más adelante: la conglomeración excesiva de referencias "físicas" a los personajes Marvel, tan exageradas y chocantes por su inflamada vena comercial que llegan a ser molestas por innecesarias y anecdóticas en muchos casos. Pero empecemos en condiciones, con una breve sinopsis:
Nicholas Furia es el leal militar de la reina Isabel. Ésta, alertada por los signos que el mundo parece envíar a los hombres como tardío diagnóstico de la enfermedad que lo consume, incita a aquél a colaborar con el sabio brujo de confianza de su corte, el Doctor Stephen Extraño, para averiguar que se esconde detrás de tan terrible situación, y si aún es posible una solución para tan avanzada catástrofe.
El tesoro de los templarios es la única esperanza que le queda al planeta, pero no será nada fácil hacerse con él, ya que otras poderosas manos andan tras él, y para evitar la competencia se fragua una traición en el continente... Ni siquiera en tiempos de desdicha el hombre es capaz de resistirse al encantador embrujo del poder, lo que puede llevar a todo el planeta a su perdición en tan aciagos tiempos, en los que ni siquiera la amenaza común de la destrucción del mundo parece acercar los sentimientos del corazón de los hombres.
Hacía mucho tiempo que no le dedicaba tanto tiempo a un cómic. Cuando más de la mitad de los cómics de mi pila de lecturas se pueden acabar en unos míseros minutos (y te dejan verdadera cara de tonto, por el contraste entre precio y contenido), éstos dos tomos me han llevado unas buenas dos horas (aunque quizá el detenerme en los dibujos también haya influido). El guión de Gaiman puede parecer un poco ingenuo, pero el ritmo de la narración, aunque pausado, hace cuanto menos interesante el pasar de página. Quizá el resultado global no sea tan satisfactorio a nivel argumental, pero por lo menos el tiempo que dura la lectura se convierte en un divertido entretenimiento.
Lo peor quizá sea que dicho entretenimiento esté basado en los continuos guiños al alma friki que llevamos dentro, por lo que ni siempre será efectivo, ni acertado en cualquier situación, ya que se intenta con mala fortuna aglutinar el máximo posibles de héroes de la editorial, lo que se convierte en un elemento que hace chirriar bastante toda la obra cuando es metido con calzador (como la aparición de Hulk o el papel de Peter Parquagh, que tan sólo en la última viñeta se reconoce su "parecido" con el Peter Parker del Universo 616 (y que de no ser por el nombre ni nos hubiéramos atrevido a sospechar siquiera), aunque para ello se recurra a un estúpido e innecesario "homenaje", que encima queda bastante feo por lo incoherente). Quizá si la identificación de los protagonistas de 1602 con los actuales personajes Marvel se hubiera dejado a la labor del dibujante (que está inconmensurable, realizando el que para mí, de cuantos he tenido la oportunidad de encontrarme, es su mejor trabajo en Marvel) en vez de a la estúpida utilización de nombres "españolizados" (¿Peter Parquagh? ¿Scotius Somerisle?) el ejercicio de reconocimiento podía haberse convertido en una de las grandes bazas de esta maxiserie.
Para Andy Kubert sólo me sobran, tras toda esta verborreica parrafada (aunque espero que no demasiado aburrida), palabras de elogio. El dibujante, a pesar de sus carencias (y de que nunca ha sido fruto de mi devoción, como los que hayáis leído algunas de mis reseñas anteriores sabréis) de sobra conocidas, nos regala un bellísmo dibujo, ayudando a su gran resultado final el color de Isanove, uno de los (para mí) mejores coloristas de la actualidad (junto a Frank D'Armata, quizá, y a alguno cuyo nombre ahora mismo no recuerdo...), y que mejora considerablemente los lápices del dibujante directamente (ya que no ha sido "ensuciado" con las tintas).
El equipo que ya se juntara en Lobezno: Origen, y que parece que tras esto, y visto lo visto, tendré que pillar, realiza un muy buen trabajo. Seguro que sigo "conviertiéndome" al pequeño de los Kubert, al que hasta ahora no tenía demasiado aprecio... Pero que tras 1602 se ha ganado, cuanto menos, mi interés por sucesivos trabajos (voy a tener que leer más DC).
En conjunto, una obra entretenida, de lectura amena mientras dura, pero demasiado olvidable tras ésta. Aunque, eso sí, tanto el dibujo como su buena edición (pocos fallos he visto yo a Panini en estos dos tomos: ni ortográficos, ni de rotulación,... ¿Cómo es posible que la calidad haya ido disminuyendo en ediciones posteriores de la editorial? ¿No era la experiencia un grado?) la convierten en un desembolso para nada sangrante. Por lo menos, se le puede dar una oportunidad y decidir por uno mismo sí la inversión ha merecido la pena o no. Para mí sí lo ha merecido, y mucho, tan sólo por congraciarme con el dibujante, que seguro me acercará aún más a DC que cualquier Crisis.
Valoración: 5/10.
El argumento nos sitúa 400 años atrás, en pleno siglo XVII, en el que parecen existir ya unas versiones medievales de los heroicos personajes que en la actualidad han cambiado todo el planeta. En este hecho encontramos el que (para mí) es el primer fallo de la obra, y que ya comentaré más adelante: la conglomeración excesiva de referencias "físicas" a los personajes Marvel, tan exageradas y chocantes por su inflamada vena comercial que llegan a ser molestas por innecesarias y anecdóticas en muchos casos. Pero empecemos en condiciones, con una breve sinopsis:
Nicholas Furia es el leal militar de la reina Isabel. Ésta, alertada por los signos que el mundo parece envíar a los hombres como tardío diagnóstico de la enfermedad que lo consume, incita a aquél a colaborar con el sabio brujo de confianza de su corte, el Doctor Stephen Extraño, para averiguar que se esconde detrás de tan terrible situación, y si aún es posible una solución para tan avanzada catástrofe.
El tesoro de los templarios es la única esperanza que le queda al planeta, pero no será nada fácil hacerse con él, ya que otras poderosas manos andan tras él, y para evitar la competencia se fragua una traición en el continente... Ni siquiera en tiempos de desdicha el hombre es capaz de resistirse al encantador embrujo del poder, lo que puede llevar a todo el planeta a su perdición en tan aciagos tiempos, en los que ni siquiera la amenaza común de la destrucción del mundo parece acercar los sentimientos del corazón de los hombres.
Hacía mucho tiempo que no le dedicaba tanto tiempo a un cómic. Cuando más de la mitad de los cómics de mi pila de lecturas se pueden acabar en unos míseros minutos (y te dejan verdadera cara de tonto, por el contraste entre precio y contenido), éstos dos tomos me han llevado unas buenas dos horas (aunque quizá el detenerme en los dibujos también haya influido). El guión de Gaiman puede parecer un poco ingenuo, pero el ritmo de la narración, aunque pausado, hace cuanto menos interesante el pasar de página. Quizá el resultado global no sea tan satisfactorio a nivel argumental, pero por lo menos el tiempo que dura la lectura se convierte en un divertido entretenimiento.
Lo peor quizá sea que dicho entretenimiento esté basado en los continuos guiños al alma friki que llevamos dentro, por lo que ni siempre será efectivo, ni acertado en cualquier situación, ya que se intenta con mala fortuna aglutinar el máximo posibles de héroes de la editorial, lo que se convierte en un elemento que hace chirriar bastante toda la obra cuando es metido con calzador (como la aparición de Hulk o el papel de Peter Parquagh, que tan sólo en la última viñeta se reconoce su "parecido" con el Peter Parker del Universo 616 (y que de no ser por el nombre ni nos hubiéramos atrevido a sospechar siquiera), aunque para ello se recurra a un estúpido e innecesario "homenaje", que encima queda bastante feo por lo incoherente). Quizá si la identificación de los protagonistas de 1602 con los actuales personajes Marvel se hubiera dejado a la labor del dibujante (que está inconmensurable, realizando el que para mí, de cuantos he tenido la oportunidad de encontrarme, es su mejor trabajo en Marvel) en vez de a la estúpida utilización de nombres "españolizados" (¿Peter Parquagh? ¿Scotius Somerisle?) el ejercicio de reconocimiento podía haberse convertido en una de las grandes bazas de esta maxiserie.
Para Andy Kubert sólo me sobran, tras toda esta verborreica parrafada (aunque espero que no demasiado aburrida), palabras de elogio. El dibujante, a pesar de sus carencias (y de que nunca ha sido fruto de mi devoción, como los que hayáis leído algunas de mis reseñas anteriores sabréis) de sobra conocidas, nos regala un bellísmo dibujo, ayudando a su gran resultado final el color de Isanove, uno de los (para mí) mejores coloristas de la actualidad (junto a Frank D'Armata, quizá, y a alguno cuyo nombre ahora mismo no recuerdo...), y que mejora considerablemente los lápices del dibujante directamente (ya que no ha sido "ensuciado" con las tintas).
El equipo que ya se juntara en Lobezno: Origen, y que parece que tras esto, y visto lo visto, tendré que pillar, realiza un muy buen trabajo. Seguro que sigo "conviertiéndome" al pequeño de los Kubert, al que hasta ahora no tenía demasiado aprecio... Pero que tras 1602 se ha ganado, cuanto menos, mi interés por sucesivos trabajos (voy a tener que leer más DC).
En conjunto, una obra entretenida, de lectura amena mientras dura, pero demasiado olvidable tras ésta. Aunque, eso sí, tanto el dibujo como su buena edición (pocos fallos he visto yo a Panini en estos dos tomos: ni ortográficos, ni de rotulación,... ¿Cómo es posible que la calidad haya ido disminuyendo en ediciones posteriores de la editorial? ¿No era la experiencia un grado?) la convierten en un desembolso para nada sangrante. Por lo menos, se le puede dar una oportunidad y decidir por uno mismo sí la inversión ha merecido la pena o no. Para mí sí lo ha merecido, y mucho, tan sólo por congraciarme con el dibujante, que seguro me acercará aún más a DC que cualquier Crisis.
Valoración: 5/10.
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