Guión: Warren Ellis
Dibujo: Darick Robertson
Planeta; 48 páginas, 3'5€
Dibujo: Darick Robertson
Planeta; 48 páginas, 3'5€
Tras lo sucedido en el anterior número, Spider se encuentra en medio de la revuelta en la que los transientes están saliendo bastante escaldados debido a la trampa a la que han sido sometidos. Con las cosas así, y aprovechando en cierto modo la situación, Spider recuperará su "arte" a la máquina de escribir para denunciar lo sucedido. Pero, por desgracia, volverá a estar en el punto de mira del gran público, una de las cosas que menos le gustaban antes de marcharse al exilio. Aunque acepta sus aspectos positivos...
Este segundo número de Planeta me ha parecido bastante mejor que el primero, ya que aunque comparen muchos aspectos, en éste se aprovechan mucho mejor. Tan sólo por ver explotar la verborrea deslenguada de Spider (y la de Ellis también) que, a pesar de ser bastante pedante en algunos momentos, es muy divertida en el resto (la gran mayoría del cómic), lo que lo convierte en una lectura que arranca una carcajada en muchos instantes; y es que además el protagonista de Transmetropolitan, un caricaturesco mesías que da por perdida toda esperanza y se dedica a vivir la vida en el vertedero en el que se ha convertido La Tierra, es uno de los personajes más desquiciados que me haya encontrado, tan encantadoramente violento como desagradable. Un genio.
Aparte del personaje de Jerusalem, lo que más llama la atención de esta serie de Vértigo es el magnífico equipo creativo de la misma. De Ellis ya hablaremos otro día (del que por cierto también hablé muy poco en la reseña del primer número, igual que en ésta), que quiero hablar un poquito más de Darick Robertson: este tío es todo un profesional. En un momento en el que tanto el decompressive como los dibujantes vagos parecen querer acabar con el mercado del cómic tal como lo conocemos (en el que el numerito que tanto esperamos mes a mes parece que esté destinado a desaparecer...), este artistazo no sólo ha sido capaz de llevar al día los guiones de Ellis y entregar durante las fechas en los años que duró Transmetropolitan, sino que además es capaz de mantener el listón igual de alto en cada número, tanto en el acabado de sus personajes (aunque algunas expresiones faciales no me acaban de convencer), como cargando cada viñeta de detalles y dedicándole no sólo tiempo a cada uno de ellos, sino que lo hace sin descuidar los fondos o los personajes, lo que es de agradecer (y alabar). Una garantía de profesionalidad (de las que no abundan).
En definitiva, un cómic perfectamente llevado tanto por su guionista como por la labor del dibujante, que gracias al carisma de su protagonista y a lo atractivo de su propuesta que, a falta de originalidad, apuesta por la diversión y la explotación de la fórmula de la violencia tanto verbal como física, da como resultado una propuesta altamente adictiva, y de la que de momento sólo cabe esperar buenos momentos, y muchas risas. Así sea.
Valoración: *****
Este segundo número de Planeta me ha parecido bastante mejor que el primero, ya que aunque comparen muchos aspectos, en éste se aprovechan mucho mejor. Tan sólo por ver explotar la verborrea deslenguada de Spider (y la de Ellis también) que, a pesar de ser bastante pedante en algunos momentos, es muy divertida en el resto (la gran mayoría del cómic), lo que lo convierte en una lectura que arranca una carcajada en muchos instantes; y es que además el protagonista de Transmetropolitan, un caricaturesco mesías que da por perdida toda esperanza y se dedica a vivir la vida en el vertedero en el que se ha convertido La Tierra, es uno de los personajes más desquiciados que me haya encontrado, tan encantadoramente violento como desagradable. Un genio.
Aparte del personaje de Jerusalem, lo que más llama la atención de esta serie de Vértigo es el magnífico equipo creativo de la misma. De Ellis ya hablaremos otro día (del que por cierto también hablé muy poco en la reseña del primer número, igual que en ésta), que quiero hablar un poquito más de Darick Robertson: este tío es todo un profesional. En un momento en el que tanto el decompressive como los dibujantes vagos parecen querer acabar con el mercado del cómic tal como lo conocemos (en el que el numerito que tanto esperamos mes a mes parece que esté destinado a desaparecer...), este artistazo no sólo ha sido capaz de llevar al día los guiones de Ellis y entregar durante las fechas en los años que duró Transmetropolitan, sino que además es capaz de mantener el listón igual de alto en cada número, tanto en el acabado de sus personajes (aunque algunas expresiones faciales no me acaban de convencer), como cargando cada viñeta de detalles y dedicándole no sólo tiempo a cada uno de ellos, sino que lo hace sin descuidar los fondos o los personajes, lo que es de agradecer (y alabar). Una garantía de profesionalidad (de las que no abundan).
En definitiva, un cómic perfectamente llevado tanto por su guionista como por la labor del dibujante, que gracias al carisma de su protagonista y a lo atractivo de su propuesta que, a falta de originalidad, apuesta por la diversión y la explotación de la fórmula de la violencia tanto verbal como física, da como resultado una propuesta altamente adictiva, y de la que de momento sólo cabe esperar buenos momentos, y muchas risas. Así sea.
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