04 diciembre 2012

Dilemas de la pila de lectura

Mientras pensaba cómo encarar una reseña para plasmar con palabras lo visionaria que me ha resultado la miniserie del Escuadrón Supremo de Mark Gruenwald, volvía a colocar en la estantería los dos tomos y me di cuenta de que tengo bastante material "antiguo" que aún no he leído, como la (cancelada) Biblioteca Marvel de Lobezno, el Arma X de Barry Windsor-Smith, el ClanDestine de Alan Davis, Operación Tormenta Galáctica, el Nick Furia de Steranko, el Daredevil de Miller, el Hulk de Peter David, el Sandman de Gaiman...

Para disminuir mi pila de lectura nunca me he marcado ninguna norma o regla que anteponga unas lecturas a otras pero, inconscientemente, siempre he dado prioridad a material reciente, e incluso a números de series que acaban de ser lanzados en mi "pila digital". Al material más antiguo, los llamados clásicos de los que todo el mundo habla, o las etapas míticas que "hay que leer" ya sean de hace décadas o del último lustro, por algún motivo siempre acaban relegadas a un segundo plano, a una suspensión infinita. Quiero pensar que es el miedo a la decepción, ya que si la última grapa de Ultimate Spiderman o el último número de Uncanny X-Men me parecen bazofia, pues lo guardo o lo borro del disco duro y me quedo tan ancho, pero ¡ay si Watchmen o Maus me llegaran a defraudar! ¿Cómo cuento yo esto delante de otros aficionados a los cómics? Una cosa es criticar a un Millar o a un Bendis, pero a un Moore (y eso que el barbudo también tiene morralla a sus espaldas)... Por suerte con estas dos míticas obras no se ha dado el caso (es casi imposible que no maravillen a cualquier aficionado, e incluso con Maus a cualquier otra persona completamente ajena), pero me ha pasado con otros cómics que tanto la crítica como muchos aficionados ponen por las nubes y a mí me han sabido a poco. Por poner algunos ejemplos, y matizables en diferente grado cada uno de ellos, el Superman de Byrne, el Predicador de Ennis, el Y, el último hombre de Vaughan, la Wonder Woman de Azzarello, el Alias de Bendis... Con eso no quiero decir que me parezcan malas, y sé reconocerles cierto mérito intrínseco de manera ajena a la sensación que me hayan dejado, pero en estos casos lo que he pensado tras sus lecturas ha  sido "¡Meh! No está mal, pero tampoco es para tanto...".

Pero a lo que iba, que me voy por las ramas. Que a veces se me hace muy difícil leer material que ya tiene cierto tiempo, frente a cuya lectura llego condicionado por todo lo que se ha hablado sobre ellas, por todo lo que han supuesto para determinada cabecera o personajes o para el propio medio, y a mí, sinceramente, me da un poco de pereza. No es porque mi opinión vaya a verse influenciada (que también puede llegar a pasar), es porque prefiero llegar "virgen" a una lectura, ya que me satisface mucho más descubrir una joya por mí mismo, eligiendo una lectura al azar, que lanzarme a la lectura de La Cosa del Pantano o Los Invisibles, cuyas historias, estilos y temáticas conozco en gran parte por lo que he ido leyendo a través de diversas webs y reseñas, o por las impresiones de otros lectores de cómics. Sin embargo, a pesar de todo lo que pueda conocer con anterioridad de una obra, luego puedo llegar a disfrutar como con ninguna otra obra con la forma en la que es contado, con la narración, con la plasmación gráfica de unas ideas geniales, o con la experimentación formal y conceptual.


Sé que es un mecanismo de defensa algo estúpido, pero creo que en parte es entendible y seguro que a más de uno le ha pasado y no soy tan bicho raro, ¡o eso espero! Al final, tarde o temprano quiero pensar que leeré todos estos cómics que acumulo, y sé que muchos de ellos me harán sentir cosas que pueden no llegar a repetirse. En mi pila seguro que hay muchas sorpresas escondidas, y puede que algunas de ellas me deparen menos sorpresas debido a la reutilización de fórmulas, pero es totalmente necesario acudir al pasado, a los precursores de nuestras actuales lecturas, para disfrutar al máximo con esta afición. Seguro que, al final, cuando lea algunas de las obras maestras que aún me aguardan, de lo que más me arrepentiré no será de haberlas dejado esperar tanto tiempo, sino de que no puedan volver a hacerme sentir lo mismo que la primera vez, y estoy casi seguro que a eso se reduce todo: al miedo, una vez más, de perder la virginidad. Y es que en esto de los cómics aún soy una ingenua colegiala que no sabe lo que se esconde tras esas tapas duras...

1 comentario:

FranciX dijo...

yo creo que es tan importante la sorpresa como la falta de expectativas, pero precisamente ese criterio previo que se hace uno es debido en gran parte a su educacion como lector, a su experiencia con n determinado genero, epoca o autor, y es imposible deshacerse de ello.
En definitiva, ya no eres una niña :-)