Guión: Warren Ellis
Dibujo: Chris Sprouse
Norma; 160 páginas, 14€
Dibujo: Chris Sprouse
Norma; 160 páginas, 14€
A poco que conozcamos un poco la bibliografía de Warren Ellis, nos damos cuenta de que el género más recurrente y donde mejor se desenvuelve el guionista británico es la ciencia ficción. Es un campo que le encanta, la mezcla de anticipación científica y tecnológica, unos temas que seguro el propio autor no tendría reparos en admitir que "le ponen".
Ocean nos narra la historia de Nathan Kane, un experto en armamento de la ONU que es enviado a Europa, una de las lunas de Júpiter cubierta por completo de agua congelada, para investigar un extraño descubrimiento con el que la estación Puerto Frío se ha topado: ataúdes en el fondo se ese océano glaciar que contienen a unos seres en animación suspendida, y que resultan guardar una increíble concordancia genética con los humanos. Pero también encuentran las armas de esta antigua civilización, con las que quiere hacerse una importante empresa informática que controla gran parte de la tecnología de la Tierra, y ahí entra en escena el papel de nuestro protagonista.
Ésta es la excusa argumental que se saca de la manga Ellis para utilizar en la narración la descripción de tecnología y física que tanto le fascina. Hay viajes interespaciales, descripción de maquinaria, homenajes al pasado de la carrera espacial y a otras obras de ficción, inventos tecnológicos avanzados y software cerebral. Es lo más interesante del relato, y ayuda mucho a que el cómic se lea con gusto y facilidad hasta llegar al final esperando ver si esos seres pueden llegar a despertar y provocar un desastre. Falla estrepitosamente sin embargo el tratamiento de personajes (con el culmen de la mecánico de la estación, Siobhan, que sólo sabe decir durante los seis números que está cachonda), y sobra como siempre el pasado trágico que Ellis intenta asociar a sus protagonistas, totalmente prescindibles en las tres obras que he reseñado, más si no van a servir para nada al fin de la narración.
El trabajo de Chris Sprouse brilla sobre todo por su limpio diseño de estructuras y escenarios, aunque es bastante estático y pobre narrativamente, una deficiencia que estoy encontrando como habitual compañera en los trabajos menores de Ellis. Como decía, lo mejor de su trabajo son sus diseños (que recuerdan y homenajean a grandes creaciones de la ciencia ficción: el Stargate y los Skrulls, la Estrella de la Muerte), muy bien acompañados por el color que le da un aspecto aséptico a todas la estación espacial, y cumple perfectamente en los exteriores tanto en el espacio como en el interior del océano. Y, como ya me quejaba en los dos cómics anteriores, ¡onomatopeyas! ¡¡ONOMATOPEYAS!! Joder cómo me han servido estos tres tomos para reconocer la importancia de las onomatopeyas en los cómics, sobre todo cuando el dibujante es un mal narrador, ya que en Ocean por ejemplo hay un momento en el que se supone que una nave embiste a otra... ¡Y no te das cuenta hasta que te lo dicen dos viñetas después! Por el dibujo no sabía si el "malo" se desmayaba, Nathan le había tirado algo a la cara o qué.
Como suele ser habitual en estas obras menores, destacable sólo por algunas ideas y pasajes sueltos, y poco más.
Valoración: *****
Y con esto termina este pequeño repaso a algunas de las obras menores de Warren Ellis, que quiero cambiar un poco de tercio con otras lecturas. Pero volveré a retomar al autor para contaros mis impresiones sobre Global Frequency, aún en la pila de lectura, a pesar de las ganas que le tengo.
Ocean nos narra la historia de Nathan Kane, un experto en armamento de la ONU que es enviado a Europa, una de las lunas de Júpiter cubierta por completo de agua congelada, para investigar un extraño descubrimiento con el que la estación Puerto Frío se ha topado: ataúdes en el fondo se ese océano glaciar que contienen a unos seres en animación suspendida, y que resultan guardar una increíble concordancia genética con los humanos. Pero también encuentran las armas de esta antigua civilización, con las que quiere hacerse una importante empresa informática que controla gran parte de la tecnología de la Tierra, y ahí entra en escena el papel de nuestro protagonista.
Ésta es la excusa argumental que se saca de la manga Ellis para utilizar en la narración la descripción de tecnología y física que tanto le fascina. Hay viajes interespaciales, descripción de maquinaria, homenajes al pasado de la carrera espacial y a otras obras de ficción, inventos tecnológicos avanzados y software cerebral. Es lo más interesante del relato, y ayuda mucho a que el cómic se lea con gusto y facilidad hasta llegar al final esperando ver si esos seres pueden llegar a despertar y provocar un desastre. Falla estrepitosamente sin embargo el tratamiento de personajes (con el culmen de la mecánico de la estación, Siobhan, que sólo sabe decir durante los seis números que está cachonda), y sobra como siempre el pasado trágico que Ellis intenta asociar a sus protagonistas, totalmente prescindibles en las tres obras que he reseñado, más si no van a servir para nada al fin de la narración.
El trabajo de Chris Sprouse brilla sobre todo por su limpio diseño de estructuras y escenarios, aunque es bastante estático y pobre narrativamente, una deficiencia que estoy encontrando como habitual compañera en los trabajos menores de Ellis. Como decía, lo mejor de su trabajo son sus diseños (que recuerdan y homenajean a grandes creaciones de la ciencia ficción: el Stargate y los Skrulls, la Estrella de la Muerte), muy bien acompañados por el color que le da un aspecto aséptico a todas la estación espacial, y cumple perfectamente en los exteriores tanto en el espacio como en el interior del océano. Y, como ya me quejaba en los dos cómics anteriores, ¡onomatopeyas! ¡¡ONOMATOPEYAS!! Joder cómo me han servido estos tres tomos para reconocer la importancia de las onomatopeyas en los cómics, sobre todo cuando el dibujante es un mal narrador, ya que en Ocean por ejemplo hay un momento en el que se supone que una nave embiste a otra... ¡Y no te das cuenta hasta que te lo dicen dos viñetas después! Por el dibujo no sabía si el "malo" se desmayaba, Nathan le había tirado algo a la cara o qué.
Como suele ser habitual en estas obras menores, destacable sólo por algunas ideas y pasajes sueltos, y poco más.
Valoración: *****
Y con esto termina este pequeño repaso a algunas de las obras menores de Warren Ellis, que quiero cambiar un poco de tercio con otras lecturas. Pero volveré a retomar al autor para contaros mis impresiones sobre Global Frequency, aún en la pila de lectura, a pesar de las ganas que le tengo.
1 comentario:
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http://www.onirosdelgato.com todo en power point con la tecnologia Googel Docs, ademas de ajedrez. Te gustara!!
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