Mitchell Hundred puede comunicarse con casi cualquier máquina. Desde que sufriera un accidente bajo el puente de Brooklyn, y ganara este curioso poder, decidió enfundarse un traje y convertirse en un superhéroe. El único superhéroe del mundo. La Gran Máquina. Hasta que se presentó como candidato a las elecciones de la alcaldía de Nueva York. Y ganó.
Curiosa la propuesta que Vaughan se inventa para esta serie del sello Wildstorm. Y curioso el acompañante, Tony Harris.
El guionista nos presenta una interesante idea, para en estos primeros episodios no hacer más que esbozarlos, alternando en la historia tanto los problemas en la alcaldía, como la génesis del poder del que hace gala Mitchell, para entre ambos no hacer más que plantear pequeñas dudas de esas que tanto gustan de sembrar temprano, y dar desde ya ese toque de secretismo que rodea al ocultamiento de los poderes del alcalde y su relación con la NSA que ir resolviendo poquito a poco.
Curiosa, decía, la elección de Tony Harris para hacerse cargo de los dibujos de Ex Machina. Y lo decía por lo bien que sienta su dibujo realista a una trama que se me antoja como ideal para cualquier serie de televisión, por lo que la elección no podía ser más acertada. Quizá peque de estático en algunas situaciones (parece que es algo que suele acompañar a los dibujantes de este estilo), pero su trabajo le sienta como un guante a la serie, y tan sólo pierde parte de su atractivo en algunas elecciones del color, pero supongo que ésto depende más de mis propios gustos en este aspecto.
Un equipo artístico estupendo para una serie que se antoja muy interesante por la mezcla superheroica y la política, aunque poco más puedo decir de ella con tan sólo la lectura de estos 5 primeros números, excepto que me ha parecido demasiado forzada el tema del asesino del final y la resolución de dicho caso. Por lo demás, una lectura amena pero, sobre todo, prometedora.
Valoración: *****
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