Las Vírgenes Suicidas

Tarde o temprano, la vida es así de dura, hemos de abandonar el nido en el que hasta el momento hemos sido resguardados de todo peligro que lo rodeara, que no ha podido penetrar en la segura barrera en la que hemos sido salvaguardados por nuestros progenitores (guardianes confiados de la impenetrabilidad de su muralla) hasta dicho momento.

Tarde o temprano, tendremos que levantar el vuelo; salir y descubrir que el mundo hace tiempo ya que dejó de ser un idílico paraíso. Que deberemos de enfrentar los mismos peligros que se nos escondieron. Que no siempre tendremos a alguien que nos defienda en el mundo real, y que una vez en él es cuando verdaderamente empieza la vida; una vida llena de matices, mentirosa, contra la que tendremos que luchar en más de una ocasión; una vida, y un mundo, de apariencias, de sufrimiento, de terror, en el que, si no estás preparado, puedes convertirte tan sólo en un engranaje más de una sociedad fría, morbosa, que tan sólo se preocupa de los demás desde la lejanía y desde su propia (y tristemente creída) seguridad; que te usa y te tira, como a un trapo viejo; a la que ya no sirves, cuando no estás hecha para ella.

Tarde o temprano, como decía, hemos de abandonar el nido, para echar a volar. Preparados o no, la vida es inmisericorde. Y el suelo, igual de duro para todos. No distingue si estás preparado o no para lo que se te avecina. La vida, la naturaleza, no discrimina. Por desgracia para ti, si no estás preparado.

Sofía Coppola, en su debut cinematográfico, supo crear una crítica a la sociedad norteamericana desde la ingenuidad de 5 jóvenes y hermosas hermanas. Con el repentino apagón de la belleza de estas hermanas nos narra la precariedad de una sociedad que se ha rendido por completo al consumo, y que no duda en convertir a cualquiera en simples productos a precio de fábrica. Aunque, casi siempre, y por desgracia, ni eso: hace ya tiempo que todos nos convertimos en simples muñecos más, a los que se le quitan y ponen complemetos, se les compran vestiditos y se utilizan para la diversión, para el ocio, o el propio provecho. Estas niñas sólo eran eso: una preciosas Barbies con las que pasar un buen rato. O por las que derramar lágrimas de Cocodrilo cuando se rompen.

Valoración: *****