Ultimate Fantastic Four 12 y 13 (24, 25 y 26 USA)
Guión: Mark Millar
Dibujo: Greg Land
Panini; 48 páginas, 3€
Guión: Mark Millar
Dibujo: Greg Land
Panini; 48 páginas, 3€
El príncipe Namor habitaba prisionero en el fondo del océano Atlántico desde hace más de 9000 años, cuando la guerra contra Lemuria llevó a su continente hasta la extinción, hasta que los 4 Fantásticos vinieran a despertarle de su letargo con la ambiciosa expedición de la que forman parte y que puede convertirse en el mayor descubrimiento de la historia, conocido es el tremendo adelanto de la desaparecida civilización, a cuyos secretos pretenden acceder con esta empresa.
El príncipe de Atlantis, una vez en la superficie, accede a colaborar con la investigación, pero sólo hablará con el único especimen de la raza que en la actualidad mora en la superficie a su altura: la bella Sue Richards. Pero aún así no está dispuesto a que su orgullosa sangre azul sea rechazada por tan atrasada especie... Y sólo hay una cosa capaz de detenerlo.
A pesar de saber llevar con mayor acierto las aventuras de las versiones definitivas de la primera familia Marvel de lo que se venía haciendo hasta su llegada con su primer arco, este Mark Millar, aunque resultón, deja bastante que desear, y es que de no ser por el excelente dibujo de Greg Land su paso por la serie hasta ahora, y siendo generosos, no pasaría de lo meramente correcto, cuando no de lo remotamente mediocre con trazos de blockbuster.
Lo mejor de sus guiones no están siendo las historias en sí mismas, y para encontrar la verdadera gracia de éstos hay que detenerse en los pequeños (que no sutiles) detalles que número a número va dejando, y que parece convergerán en la última saga que guionice para la colección, justo antes de dejarla en manos de Carey y Ferry (y en la que se deja intuir el regreso del Dr. Muerte): cositas como la mente "estirable" de Reed, los zombies atrapados en el edificio Baxter o los "guiños" a Victor (que por cierto, ¿por qué lo llaman Van Montes en este número? ¿Es un chiste con el del tiki-taka? Creo que me he perdido algo...) y lo que está por venir resultan bastante más divertidos que el propio argumento principal, al gusto de (y con todos esos ingredientes que tanto le gustan) Millar: muchos personajes conocidos (aunque aquí haga trampa) y hostiazos a cascoporro, además de la "chulería" y el sarcasmo de sus personajes. Algo que sin una buena historia de apoyo, pierde gran parte de su atractivo.
Los lápices de Land, además de cumplir con las exigencias argumentales que plantea Millar, siguen siendo tan bellos como siempre, aunque cada vez que este hombre ha de enfrentarse a la presentación de varios héroes no puede dejar de parecer forzado y poco natural, como vemos casi al final de este arco (resultando incluso antiestético, como si se hubiera ayudado del corta-pega photoshopero). Aún así su trabajo es sobresaliente y, como en Cruce, acaba salvando de la hoguera todo el arco. Tan sólo por disfrutar de sus bellas féminas merece la pena hacerse con estos números, y es que en todo lo que llevamos de colección nunca había visto una Sue tan bella.
Mención aparte merecen sus portadas, especialmente la elegida por Panini para el número 13, en la que se luce con su Chica Invisible. Quien fuera Namor...
En definitiva, un cómic que, con un Millar bajo mínimos (la resolución final es bastante estúpida, y creo que se podría haber aprovechado mucho más la aparición de Namor por estos números) y un Land que, aunque pelín más flojo que en el anterior número (como siempre acaba pecando de descuidado e ineficaz en algunas extrañas expresiones de los personajes y en los planos más alejados), está estupendo, resulta entretenido. Aunque esperaba mucho más del paso del escocés por esta serie, sobre todo debido a su "revolución" en la cabecera de Lobezno, y de momento, no hace más que continuar la mediocre calidad de la serie.
Valoración: *****
El príncipe de Atlantis, una vez en la superficie, accede a colaborar con la investigación, pero sólo hablará con el único especimen de la raza que en la actualidad mora en la superficie a su altura: la bella Sue Richards. Pero aún así no está dispuesto a que su orgullosa sangre azul sea rechazada por tan atrasada especie... Y sólo hay una cosa capaz de detenerlo.
A pesar de saber llevar con mayor acierto las aventuras de las versiones definitivas de la primera familia Marvel de lo que se venía haciendo hasta su llegada con su primer arco, este Mark Millar, aunque resultón, deja bastante que desear, y es que de no ser por el excelente dibujo de Greg Land su paso por la serie hasta ahora, y siendo generosos, no pasaría de lo meramente correcto, cuando no de lo remotamente mediocre con trazos de blockbuster.
Lo mejor de sus guiones no están siendo las historias en sí mismas, y para encontrar la verdadera gracia de éstos hay que detenerse en los pequeños (que no sutiles) detalles que número a número va dejando, y que parece convergerán en la última saga que guionice para la colección, justo antes de dejarla en manos de Carey y Ferry (y en la que se deja intuir el regreso del Dr. Muerte): cositas como la mente "estirable" de Reed, los zombies atrapados en el edificio Baxter o los "guiños" a Victor (que por cierto, ¿por qué lo llaman Van Montes en este número? ¿Es un chiste con el del tiki-taka? Creo que me he perdido algo...) y lo que está por venir resultan bastante más divertidos que el propio argumento principal, al gusto de (y con todos esos ingredientes que tanto le gustan) Millar: muchos personajes conocidos (aunque aquí haga trampa) y hostiazos a cascoporro, además de la "chulería" y el sarcasmo de sus personajes. Algo que sin una buena historia de apoyo, pierde gran parte de su atractivo.
Los lápices de Land, además de cumplir con las exigencias argumentales que plantea Millar, siguen siendo tan bellos como siempre, aunque cada vez que este hombre ha de enfrentarse a la presentación de varios héroes no puede dejar de parecer forzado y poco natural, como vemos casi al final de este arco (resultando incluso antiestético, como si se hubiera ayudado del corta-pega photoshopero). Aún así su trabajo es sobresaliente y, como en Cruce, acaba salvando de la hoguera todo el arco. Tan sólo por disfrutar de sus bellas féminas merece la pena hacerse con estos números, y es que en todo lo que llevamos de colección nunca había visto una Sue tan bella.
Mención aparte merecen sus portadas, especialmente la elegida por Panini para el número 13, en la que se luce con su Chica Invisible. Quien fuera Namor...
En definitiva, un cómic que, con un Millar bajo mínimos (la resolución final es bastante estúpida, y creo que se podría haber aprovechado mucho más la aparición de Namor por estos números) y un Land que, aunque pelín más flojo que en el anterior número (como siempre acaba pecando de descuidado e ineficaz en algunas extrañas expresiones de los personajes y en los planos más alejados), está estupendo, resulta entretenido. Aunque esperaba mucho más del paso del escocés por esta serie, sobre todo debido a su "revolución" en la cabecera de Lobezno, y de momento, no hace más que continuar la mediocre calidad de la serie.
Valoración: *****
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